Tercera orden de penitencia

Por otro lado, a lo largo del siglo XIII el entusiasmo religioso da lugar a nuevas formas de vida laicales, apoyadas y promovidas también por las nuevas Órdenes Mendicantes: mulieres religiosae,es decir, mujeres devotas, pero no enclaustradas, entre las que se encontraban beatas, beguinas y reclusas (mujeres que desean una

vida eremítica y la practican en un núcleo urbano, recluidas en una celda al lado de una iglesia o de una muralla); la Orden de Penitencia (hombres y mujeres que vivían su seguimiento evangélico en sus casas, ya casados o célibes, especialmente en Italia, y cuya regla se remonta a 1221); y las órdenes terceras mendicantes



 Cf. Martina WEHRli-Johns, «Béguinages», en Marie-Anne Vannier (ed.), Encyclopédie des Mystiques Rhénans. D’Eckhart à Nicolas de Cues et leur réception, Cerf, París 2011, 182-188 ; aquí, 185.


Principalmente los terciarios y terciarias franciscanas. En 1289 el papa franciscano

Nicolás IV, en su bula Supra montes, reelabora la antigua regla de la llamada «Tercera

Orden de Penitencia» de Italia, y les pone bajo el patronato de los franciscanos, aunque

originariamente no dependieran de ellos

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