Por que San Francisco es intemporal?

 

CRISTIANISMO Y FRANCISCANISMO

por Juan Martín Velasco

 

[Texto original: Cristianismo y franciscanismo, en Verdad y Vida 41 (1983) 7-27]


Francisco sintoniza con su tiempo porque sabe descubrir sus necesidades más hondas, las interpreta como «signos de los tiempos», como llamadas del espíritu y propone una encarnación del cristianismo que responde perfectamente a ellas.

Francisco nace en un momento de expansión del Occidente medieval que produce, como una de sus consecuencias más notables, un fuerte movimiento de urbanización. El desarrollo de la ciudad lleva consigo el nacimiento de una clase poderosa, la de los ciudadanos o burgueses, y la multiplicación de un «proletariado de peones indefensos» que, junto con la mayoría de las categorías sociales campesinas, viven a merced de los primeros y de los todavía poderosos señores. Francisco capta en seguida el problema que plantea al cristianismo este mundo que él define como «la región de las desigualdades». 

Y, en lugar de intentar una adaptación concordista del cristianismo a esa nueva situación, responde a ella encarnándolo -desde el centro de la experiencia de Dios- en la forma de la pobreza radical y de la fraternidad universal. 

En un mundo fundamentalmente urbano, Francisco instala a sus hermanos menores en la ciudad, pero, en unas ciudades en las que se agudizan los sufrimientos de los pobres, los sitúa no en el centro de las mismas, sino en sus suburbios, entre los humildes y los desheredados, aunque sin descuidar a los demás.(Cf. M. MollatLa pobreza de Francisco, en Concilium n. 169 (1981) 344-345).


Es sensible al reto de la ciudad, pero responde a ese reto llevando a la ciudad un nuevo sentido de la pobreza. Ese nuevo sentido no radica, por lo demás, en una nueva definición de los pobres, sino en el hecho de instalarse junto a ellos, adoptando su misma condición para ayudarles a descubrir su dignidad de personas y a superar su pobreza. 

La atención al mundo desde el Evangelio le conduce a una más profunda lectura del Evangelio y esta lectura, que produce una más intensa relación con Jesucristo, le lleva a ofrecer una respuesta inesperada a la situación del mundo. 

Francisco hace así al cristianismo contemporáneo de su tiempo, no porque lo adapte a sus gustos o a sus modas -Chesterton tiene razón cuando dice que «cada generación es salvada por el santo que más le contradice»-, sino porque le revela sus propias necesidades y toma éstas como otros tantos retos que orientan su encarnación histórica del cristianismo.

Y cuando se han descubierto las necesidades profundas de una época, se han descubierto las necesidades humanas que cada época presenta de una forma diferente. De ahí la contemporaneidad permanente del franciscanismo desde el siglo XIII hasta nuestro siglo.


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