Encíclicas de Benedicto XVI


Encíclicas


Benedicto XVI publicó tres encíclicas durante su pontificado: Deus caritas est (Dios es amor), Spe salvi (Salvados en la esperanza) y Caritas in Veritate (Caridad en la verdad).​ 

La primera de ellas, Deus caritas est, fue publicada antes de cumplir un año como sumo pontífice, el 25 de enero de 2006, y está dedicada al amor cristiano. Defiende en ella que el amor (caritas) es una fuerza extraordinaria, capaz de mover a las personas al compromiso valiente y generoso por la justicia y la paz. Para el papa, el amor es ante todo una fuerza que tiene su origen en Dios, que es amor eterno y absoluta verdad. El cristiano, por su parte, puede expresar su opción fundamental diciendo que «hemos creído en el amor de Dios» pues, afirma Benedicto XVI, «no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva».​ La encíclica está dividida en dos partes. La primera presenta una reflexión teológica y filosófica sobre el amor en sus distintas dimensiones –eros, philia, ágape– precisando algunos datos esenciales del amor de Dios por el hombre y de la unión intrínseca que ese amor tiene con el amor humano. La segunda parte se centra en ejercicio concreto del mandamiento del amor al prójimo.

Su segunda encíclica, Spe salvi, dedicada a la esperanza e inspirada en la carta de san Pablo a los Romanos, la firmó el 30 de noviembre de 2007. El pontífice defiende que con la salvación se ha dado a los hombres la esperanza. Se trata de una esperanza fiable, que permite afrontar el presente aunque este sea fatigoso. Por ella los cristianos «tienen un futuro, saben que su vida, en conjunto, no acaba en el vacío». Tras presentar la esperanza como virtud, el pontífice indica cuatro lugares para aprenderla y ejercitarla: la oración, la acción, el sufrimiento y el Juicio. La oración es lugar de esperanza, pues Dios escucha siempre al hombre y puede ayudarlo cuando nadie más puede. También la acción, pues la esperanza cristiana no es individualista sino que es siempre esperanza para los otros y busca hacer del mundo un lugar más luminoso y humano. Asimismo, el sufrimiento es también para el papa un lugar de aprendizaje de la esperanza, pues es posible «aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo». Por último, el Juicio de Dios es lugar de esperanza, pues existe la resurrección de la carne, existe la justicia, una «revocación» del sufrimiento pasado.

Por último, Caritas in veritate, que trata sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad, es la tercera de las encíclicas de Benedicto XVI, fue firmada el 29 de junio de 2009. En ella, Benedicto XVI recuerda que la caridad es «la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia», pero que para evitar el «riesgo de ser mal entendida o excluida de la ética vivida», esta debe estar siempre unida a la verdad. Para el papa, un cristianismo de caridad sin verdad fácilmente se podría confundir con «una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales». En cambio, la caridad en la verdad «de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad».​ En la encíclica, tras repasar el pontífice en primer lugar las enseñanzas sociales de Pablo VI(especialmente en su encíclica Populorum progressio) y de Juan Pablo II, pasa después a recorrer las grandes amenazas que se ciernen sobre la humanidad en nuestros días, abordando con realismo y esperanza los problemas creados por la crisis financiera, por la falta de instituciones internacionales capaces de reformar la ineficacia burocrática que alarga el subdesarrollo de muchos pueblos, y por la falta de ética de muchas mentalidades que predominan en las sociedades opulentas.

Cuando presentó su renuncia al papado, Benedicto XVI ya prácticamente había completado una primera redacción de una nueva encíclica, centrada en la fe, que iba a completar lo que ya había escrito en sus encíclicas sobre la esperanza y la caridad, las otras dos virtudes teologales, cerrando así la trilogía. Este trabajo fue finalmente asumido por su sucesor, el papa Francisco, que añadió algunas aportaciones propias y la firmaría con el título de Lumen fidei (La luz de la fe).​Exhortaciones apostólicas

El magisterio de Benedicto XVI incluye cuatro exhortaciones apostólicas,​ todas ellas escritas como consecuencia de asambleas del Sínodo de los obispos.

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