Mujer y opción religiosa en la época de los Reyes Católicos: un documento sobre Catalina de la Hoz.
Mujer y opción religiosa en la época de los Reyes Católicos: un documento sobre Catalina de la Hoz.
Revista Historia y Vida. Número 351. Junio de 1999.
Barcelona 1999
pp. 89 a 94
ISBN 18-2354
By Sabina Álvarez and Agustín Carreras
Otra forma violencia ejercida por los padres puede ser la de hacer a sus hijas ingresar en un convento contra su voluntad.
Según Bonie S. Anderson y Judith P. Zinsser cuando una mujer ingresaba en un convento “al decidir no seguir la vida tradicional de esposa y madre, semejante mujer vivía un sentimiento hijas que permanecían solteras.” de hacerse cargo de su propio futuro, de la capacidad de elegir una alternativa, y no otra, por limitada que fuera.” Estas mismas historiadoras más adelante señalan que […] “Desde los primeros tiempos de la Iglesia, en Europa, los padres disponían que sus hijas se hicieran monjas, ya fuera para asegurar su propio acceso a la salvación o para mantener a aquellas
Si bien unas ingresaban por elección propia y otras por imposición paterna, asistimos en este apartado al rechazo de esta situación por parte de Catalina de la Hoz.
María Asenjo González indica que Juan de la Hoz es el primer personaje de esta familia que aparece en los documentos, en concreto, en 1475 como regidor de Segovia. Los de la Hoz, que ya desde la época de Enrique IV estaban muy relacionados con los monarcas, afianzaron su posición social y económica en el reinado de los Reyes Católicos, participando en las sociedades comerciales de la ciudad.
Además, tenemos noticias de que Francisco de la Hoz, el padre de Catalina, tenía algunos problemas con los miembros de la oligarquía a la que pertenecía, tal y como dejan traslucir algunas referencias documentales. Los conflictos giraron en torno a una procuración a Cortes, que parece que disputa con otro segoviano pues en uno de los documentos, Andrés de Arévalo, procurador de Francisco de la Hoz, dice que su representado no fue nombrado procurador a Cortes y, mientras si lo fue el también regidor Antonio de Mesa, también regidor.
Por lo que se refiere al asunto que nos ocupa, pensamos que estamos ante un tipo de violencia que si bien no es física, si podemos afirmar que es un tipo de agresión frecuente en el periodo que estudiamos, puesto que el hecho de que su padre pretenda decidir sobre su futuro se torna para ella en un atentado contra su libertad personal, convirtiéndose esta situación en inaceptable hasta el extremo de denunciarla ante los monarcas, con el objetivo final de poder ser dueña de sus decisiones.
El documento que narra lo acontecido, fue expedido por mandado de los Reyes Católicos, se refiere a una petición anterior presentada por Pedro de Zorita en nombre de doña Catalina, “hija legítima” de Juan de la Hoz, en el que se dice que las beatas del monasterio de Santa Isabel, “so pretexto de que fuera a descansar”, es decir, con engaños, la persuadieron contra su voluntad para que se quedara en el monasterio. Al ser el beaterio de clausura, lo que hicieron fue mantenerla retenida, frente a lo que ella expresó su deseo de salir; en definitiva de ser libre. Sorprende, ante todo, su firme voluntad, pues no quería quedarse dentro en modo alguno, sintiéndose tremendamente perjudicada y dañada porque quería que la dejasen salir y no lo conseguía, de ahí que insistiera y recurriese a la justicia real.
Además de un firme deseo de no aceptar la voluntad paterna, otra cuestión que llama la atención es la propia capacidad de doña Catalina para mover hilos. Nada más y nada menos que dos escribanos, y dos testigos, tomaron nota de su queja, de su petición. Y todo delante de las beatas de Santa Isabel, a pesar de ser casa cerrada.
Los monarcas dictaminaron que las beatas entregasen a doña Catalina al corregidor sin poner ningún tipo de impedimento. Este debía ponerla rápidamente en libertad y llevarla a un lugar neutral, “una casa sin sospecha”, dice el documento, donde pudieran expresarse libremente todas las partes, especialmente, y sobre todo, doña Catalina. Se dice, por otra parte, que si su voluntad fuese la de seguir siendo beata que lo fuera, pero que si lo que quería era irse a la casa de su padre, que lo hiciera con entera libertad, sin que por ello éste la forzara en sentido contrario.
Si algo queda claro es que, frente a los oscuros intereses del padre, prima la libre voluntad de la hija, que destaca por encima de todo. Quizás la estrategia familiar pudiera estar enfocada, en este caso, al control de la institución, a diferencia de otros casos en los que el poder se buscaba a través de los matrimonios concertados que, en muchas ocasiones, como hemos visto en el apartado anterior, terminaban en situaciones de verdadero maltrato hacia las mujeres. Las beatas apenas hacía dos años que se habían mudado al monasterio de Santa Isabel, por eso pensamos que, quizá, con el traslado de la casa a un monasterio se hiciera por primera vez necesaria la elección de una abadesa o priora. Es más, en el documento en ningún caso se hace mención a este cargo, sino que se cita a las beatas en su conjunto. Esto nos llevaría a un intento por parte de Francisco de la Hoz de ejercer cierto control sobre esa comunidad femenina a través de su hija, aunque no tenemos datos expresos al respecto. Sí sabemos, en cambio, que los de la Hoz tuvieron buena relación con el poderoso monasterio de El Parral y que como patrones del mismo “contribuyeron activamente en la construcción y mantenimiento” de este lugar, en el que dispusieron varios miembros de su familia su enterramiento. Además, dos hermanos del padre, Esteban, contador de privilegios y Diego, clérigo, estuvieron dedicados al mundo de la iglesia de un modo u otro. Es decir, la familia tenía buenas relaciones con la Iglesia y parecía apoyarse en instituciones eclesiásticas en beneficio de sus propios intereses. Ante esto, nos planteamos la siguiente cuestión: ¿No pretendería Francisco de la Hoz controlar también, a través de su hija, las propiedades del monasterio aunque para ello tuviese que sacrificar la libertad personal de Catalina?
Finalmente, lo que a nosotros verdaderamente nos ha interesado ha sido la actitud de esta mujer, que lejos de mostrarse sumisa y pasiva, como cabría esperar de ella en el periodo que estudiamos, según algunos tópicos establecidos en la historiografía tradicional, se convierte en protagonista de su causa, luchando como hemos podido comprobar por su dignidad y su independencia.
Comentarios
Publicar un comentario