INCONSCIENTE, MÍSTICA Y ESPIRITUALIDAD
INCONSCIENTE, MÍSTICA Y ESPIRITUALIDAD
Josep Otón
Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona
RESUMEN: Con motivo de los 25 años de la publicación de El inconsciente, ¿morada de Dios?, el autor reargumenta la tesis principal del libro: el inconsciente actúa como una mediación en la experienci espiritual. De este modo, se aleja del posicionamiento tanto de un misticismo que pretende reivindicar una relación directa con Dios como de un criticismo que reduce la espiritualidad a fenómenos meramente psíquicos. Esta perspectiva permite un diálogo con formas de espiritualidad no confesionales, así como con la vida interior de pensadores y artistas. Asimismo, el autor muestra cómo esta idea clave está afianzada en diferentes documentos oficiales de la Iglesia, en la tradición mística y en los testimonios bíblicos y la ha desarrollado en su obra posterior.
RAZÓN Y FE, enero-junio 2025, n.º 1.466.
A lo largo de estos 25 años transcurridos desde la publicación de El inconsciente,¿morada de Dios?, he continuado escribiendo para integrar la dimensión inconsciente en el análisis de la experiencia espiritual desde perspectivasdiversas (De Vicente, 2020, pp. 183-192). Este trabajo me ha permitidohacer una relectura de los textos de los místicos (Otón, 2000), de los pasajes de la Biblia relativos a la experiencia de Dios (Otón, 2002; 2009; 2014b), de la vida interior de pensadores y artistas que guardan enormes paralelismoscon las vivencias de los maestros de la espiritualidad (Otón, 2001;2017) y entender el cultivo de la interioridad como un proceso pedagógico (Otón, 2018). Además, he podido abordar cuestiones de actualidad como la efervescencia espiritual en la postmodernidad (Otón, 2014a), así como los nuevos movimientos pastorales que ponen énfasis en la experiencia personal y en la dimensión emocional (Otón, 2020).
En esta empresa me ha sostenido la voluntad de huir tanto de un fervor ingenuo y estrafalario, enfrascado en encontrar atajos espirituales, como de una sobriedad engañosa que, carente de entusiasmo y bajo la fachada de madurez, disimula el hecho de haber renunciado “al primer amor” (Ap 2,4). Y, por supuesto, en todo momento he buscado el diálogo entre fe y cultura, entre experiencia y racionalidad, entre la identidad cristiana y el universalismo de un Dios que “no hace acepción de personas” (Hch 10,34).
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