La exhortación Evangelii gaudium: Guía espiritual de nuestro tiempo
Las cookies de este sitio se usan para personalizar el contenido y los anuncios, para ofrecer funciones de medios sociales y para analizar el tráfico. Además, compartimos información sobre el uso que haga del sitio web con nuestros partners de medios sociales, de publicidad y de análisis web.
orcid.org/0000-0003-1152-1672
SALVADOR ROS GARCÍA La exhortación Evangelii gaudium: Guía espiritual de nuestro tiempo REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 77 (2018), 371-395, p.381.
Un tema muy frecuente en la espiritualidad cristiana: la experiencia del encuentro con Dios conlleva una salida del sujeto, un descentramiento de sí mismo, que lo desinstala de su tendencia a convertirse en centro de todo, en medida de todas las cosas, y le da la posibilidad de abrirse al otro como otro, en actitud de respeto y amor.
Por eso el segundo mandamiento, «amarás al prójimo como a ti mismo», es «semejante al primero», e ignorar el segundo im- posibilita el cumplimiento del primero: «Quien no ama, no conoce a Dios» (1Jn 4,8), y «en esto conocemos que hemos pasado de la muerte a la vida, en que amamos a nuestros hermanos» (1Jn 3,14).
Dos aspectos de la misma actitud que mantienen una relación estrecha y se alimentan mutuamente -«pasión por Jesús y, al mismo tiempo, pasión por su pueblo»-(EG 268. «La aceptación del primer anuncio, que invita a dejarse amar por Dios y a amarlo con el amor que Él mismo nos comunica, provoca en la vida de la persona y en sus acciones una primera y fundamental reacción: desear, buscar y cuidar el bien de los demás» (EG 178)., uperando tantos dualismos que con frecuencia han distorsionado la espiritualidad cristiana: «Si uno de verdad ha hecho una experiencia del amor de Dios que lo salva, no necesita mucho tiempo de preparación para salir a anunciarlo»(EG120); «ser discípulo es tener la disposición permanente de llevar a otros el amor de Jesús y eso se produce espontáneamente en cualquier lugar: en la calle, en la plaza, en el trabajo, en un camino»- «nada hay donde falta la palabra» 35 EG 127.
. Asimismo, «el amor a la gente es una fuerza espiritual que facilita el encuentro pleno con Dios... Por lo tanto, cuando vivimos la mística de acercarnos a los demás y de buscar su bien, ampliamos nuestro interior para recibir los más hermosos regalos del Señor... Cada vez que se nos abren los ojos para reconocer al otro, se nos ilumina más la fe para reconocer a Dios».
(M. HEIDEGGER, De camino al habla, Barcelona, 1987, 147). La experiencia cristaliza, se da realmente en la comunicación, y ésta a su vez renueva la experiencia, la enriquece con la inteligibilidad que le proporciona. «El hombre es incapaz de hacer la experiencia de nada sin expresarlo en el lenguaje. Cada una de sus experiencias, incluida la de lo sagrado, requiere el paso a la expresión. De ahí esta rigurosa paradoja: la experiencia religiosa es la experiencia de lo invisible; por eso se dan representaciones de ello. Es experiencia de lo inexpresable; por eso se dan expresiones de ello» (H. DUMÉRY, Phénoménologie et religión: structures de l’institution chretienne, (Paris: PUF, 1962), 11-12).
Comentarios
Publicar un comentario