El ser humano para cambiar debe desarrollar las cualidades naturales

El ser humano es desafiado, convocado, espiritualmente hablando, a transformarse a sí mismo y a construir su mundo. 

Para crecer y madurar humanamente él debe hacer mano y desarrollar las cualidades que le son dadas en su naturaleza. 

La tradición franciscana cuenta entre estas cualidades los valores teológicos tales como la capacidad de desarrollar sus potencialidades espirituales, incluida la dimensión de la fe, para orientarse a si mismo y dirigir su mundo hacia Dios y su revelación. 

El ser humano es convocado al mismo tiempo a enriquecer sus posibilidades corporales e intelectuales por medio de las cualidades afectivas del corazón, para poder construir positivamente este mundo material en un despliegue global de la vida, como también para poder orientarse a sí mismo y transformar su mundo hacia la realización trascendental plena de la realidad. 

El crecimiento y maduración humana incluye también, por tanto, la dimensión teológica y espiritual de su existencia. Sin el despliegue de esta dimensión de la vida, que normalmente la vemos realizada en la religión, permanece el ser humano una obra inacabada. 

En este sentido, según la visión franciscana, la dimensión religiosa pertenece esencialmente a la naturaleza del ser humano.



https://tendencias21.levante-emv.com/la-filosofia-ecologica-fue-anticipada-por-francisco-de-asis_a2318.html


Fundamentos de la fraternidad en Francisco
Eduardo García Peregrín.



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