El rey como hijo de Dios



En Israel la realeza davídica trajo la paz interior y exterior a este pueblo. 
Así la realeza pasó a ser la institución salvadora de Yahvé. 

Balaán (Nm 24), los vaticinios de Natán (2 Sam 7) y sobre todo, los salmos reales (Sal 2; 45; 72; 89; 110) legitimaron teológicamente la institución monárquica: el rey era calificado como hijo de Dios, se le adjudicaba toda la tierra como esfera de su dominio y  se le prometía la victoria sobre todos sus enemigos. 

Cfr. E. Zenger, Jesus von Nazaret und die  messianischen Hoffnungen des alttestamentüchen Israe~ en Christo/ogische Schwerpunkte, Dusseldorf, 1980, pp. 37-78.

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